Todos nos desanimamos en ocasiones, pero a algunas personas les cuesta más sobrellevarlo. A continuación se indican algunas cosas que pueden ayudar.

Imagínate esta situación: Últimamente, tu amiga no parece la misma. Normalmente, ella es entusiasta y divertida, pero ahora no quiere hacer las cosas que antes le encantaban. El sábado, te sorprendiste cuando ella decidió quedarse en casa en vez de ir a un baile. Ahora, cada vez que la ves parece triste, retraída e irritable, y ha estado así por un tiempo.
Si lo piensas, te das cuenta de que ella siempre fue una buena estudiante, pero la semana pasada no entregó su trabajo de historia por tercera vez consecutiva. Es como si hubiera perdido la motivación. Dice que está siempre cansada, pero que no puede dormir por las noches y habla de sentirse siempre triste sin saber por qué. Ya lleva tiempo sintiéndose así y te preocupas de que pueda estar deprimida.

Tristeza versus depresión

Hay una diferencia entre sentir tristeza y experimentar depresión. Por ejemplo, te puedes sentir triste si sales mal en un examen, o puedes estar desanimado si tu equipo está en una racha perdedora. La tristeza y el desánimo son reacciones normales ante los desafíos y las desilusiones de la vida. ¿Cómo puedes saber, entonces, si tú o alguien que conoces están deprimidos o sencillamente están experimentando los altibajos de la vida?
Para comenzar, la depresión es más que solo tristeza. La depresión es un trastorno de la salud que afecta a millones de personas de todas las edades y condiciones. Afecta negativamente a los pensamientos, los sentimientos y los actos de una persona. Algunos síntomas de la depresión son: tristeza persistente, falta de energía, sentimientos de desesperación y desesperanza que duran semanas, meses o incluso más. Puede que las personas con depresión no disfruten de lo que antes les gustaba y puede resultarles difícil realizar las actividades cotidianas.
La depresión no se origina por una única causa; diversos factores pueden desencadenarla, como aspectos genéticos, desequilibrios químicos, ciertos patrones de pensamiento y acontecimientos traumáticos en la vida. Afortunadamente hay esperanza.

Cómo ayudar a un amigo

Puede resultar difícil saber qué decir o hacer cuando un amigo está deprimido, pero puedes comenzar por ofrecerle apoyo y ánimo. A continuación, se indican algunas cosas que pueden ayudar:

  1. Orar. Pregunta al Padre Celestial cuál sería la mejor manera de ayudar a tu amigo. Presta atención a la inspiración que recibas. Puede tratarse de algo sencillo y bueno que sientes que debes hacer.
  2. Escuchar. Tú no tienes que solucionar nada; tan solo debes saber escuchar. Escucha realmente lo que tu amigo dice y hazle saber que siempre estarás allí.
  3. Guiar. Simplemente haz sugerencias: “¿Has pensado en pedir ayuda?”. Puedes ayudar a tu amigo a que converse con uno de sus padres, un líder de la Iglesia u otro adulto de confianza. Esto puede conducir a tu amigo hacia los recursos correctos para mejorar. Si tu amigo no acepta tus invitaciones para que converse con alguien y aún te sientes preocupado, podría ser necesario que tú confíes en un adulto que pueda conseguir ayuda.
  4. Invitar. Las personas con depresión tienden a apartarse y aislarse. Ayuda a tu amigo a participar en cosas. Inclúyelo en las actividades de la Iglesia y en oportunidades de prestar servicio. Sé directo, pero no te lo tomes a mal si tu amigo no responde. El interactuar con otras personas puede aliviar los sentimientos de aislamiento y depresión, pero puede resultarle difícil tomar esa decisión.

Mostrar paciencia y caridad

Las personas con depresión no pueden, por sí solas, agitar una varita mágica y cambiar su estado de ánimo, salir de su depresión u olvidarse de ella. Va a requerir paciencia y amor de tu parte para poder ayudarles. Independientemente de lo que tu amigo esté encarando, recuerda lo que enseñó el presidente Dieter F. Uchtdorf, Segundo Consejero de la Primera Presidencia: “El principio y el fin de la solución es la caridad, el amor puro de Cristo” (“Un elogio a los que salvan”, Liahona, mayo de 2016). Tu apoyo, ánimo y amor pueden jugar un papel importante para que tu amigo reciba la ayuda que necesita.
El élder Quentin L. Cook, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “La vida no es fácil; no se esperaba que lo fuera. Es una época de pruebas y desafíos” (“Organizar el barco al estilo Bristol: Sean dignos de entrar en el templo, en las buenas y en las malas épocas”, Liahona, noviembre de 2015). Debido a propósitos divinos, nuestra vida terrenal presenta desafíos. La depresión puede ser uno de los desafíos que enfrentemos aquí.
Si tú estás luchando con la depresión, entiende que no es una señal de debilidad o algo de qué avergonzarse ni que haya que ocultar. Lamentablemente, la depresión y otras enfermedades mentales tienen a veces un estigma, que hace que quienes padecen depresión se sientan etiquetados y apartados, y eso puede impedirles recibir ayuda. Lo cierto es que nadie te va a considerar inferior si vas a un doctor con una pierna rota o un problema cardíaco. Recibir atención para tratar la depresión es de igual importancia.

 

Ayuda y esperanza

Los pensamientos negativos y la sensación de desesperanza son síntomas de la condición depresiva, no definen la realidad de tu situación. La ayuda está a tu alcance, así también la esperanza. Estas son cosas que puedes hacer:

  1. Háblalo con uno de tus padres o un líder de la Iglesia. Puede resultar difícil abrirse y compartir cómo te estás sintiendo, pero te ayudará. Contar con un fuerte sistema de apoyo es fundamental para superar la depresión, así que ¡comunícate!
  2. La forma en que tratamos a nuestro cuerpo afecta a nuestra mente y espíritu. Comer saludablemente, hacer ejercicios en forma regular y tener suficiente descanso contribuyen a nuestro bienestar físico, mental y espiritual.
  3. Escribir en tu diario puede ser una manera estupenda de descargar los pensamientos y sentimientos negativos y encarar los problemas. Al escribir, comprométete a centrarte en pensamientos sanos y positivos.
  4. Vuélcate hacia aquello que trae al Espíritu a tu vida. La depresión te puede afectar espiritualmente, además de física y emocionalmente. El Espíritu inspira la paz y la calma que cuesta sentir cuando se está deprimido. Pero es importante que ores al Padre Celestial y le digas cómo te sientes. Recuerda tus bendiciones y lee pasajes de las Escrituras que transmitan paz, esperanza y fortaleza. Vive con fe y haz lo mejor que puedas cada día. Y si entonces aún piensas que ya no puedes sentir el Espíritu, sigue adelante, que la luz vendrá finalmente.
  5. Puede que sea necesario tratar tu depresión con medicamentos y terapia por parte de un facultativo. No hay nada de malo en buscar ayuda profesional, de hecho, puede ser algo realmente bueno. El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, ha explicado: “Si tuvieran apendicitis, Dios esperaría que pidieran una bendición del sacerdocio y que obtuvieran la mejor atención médica disponible; lo mismo se aplica a los trastornos emocionales. Nuestro Padre en los Cielos espera que usemos todos los maravillosos dones que Él nos ha proporcionado en esta gloriosa dispensación” (“Como una vasija quebrada”, Liahona, noviembre de 2013).

La depresión y la dignidad

Muchas veces, las personas piensan erróneamente que los sentimientos de depresión son el resultado de la falta de rectitud o dignidad. Si bien es cierto que “ la desesperación viene por causa de la iniquidad” (Moroni 10:22), no debemos pensar que la depresión siempre sea la consecuencia de no vivir rectamente. Si una persona siente desesperación y tristeza por motivo del pecado, el arrepentimiento es un maravilloso don que le puede traer felicidad. Pero si la depresión te asalta sin saber de dónde proviene, no creas que se trata de un castigo de Dios ni que sea un indicador de una falta de fe, de carácter o de dignidad. Incluso el presidente George Albert Smith luchó con la depresión por muchos años. Recuerda que eres un valioso hijo o hija de Dios. Él te conoce y te ama. “Recordad que el valor de las almas es grande a la vista de Dios” (D. y C. 18:10). Como hijo o hija de Dios eres de valor eterno.

De la oscuridad a la luz

Jesucristo vino a disipar todas las tinieblas. Él es “la luz y la vida del mundo” (3 Nefi 11:11) y “una antorcha que alumbra en lugar oscuro” (2 Pedro 1:19). Él desea ayudarte. El Salvador dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). La lucha con la depresión puede ser continua, pero las promesas de Cristo son reales: “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros” (Juan 14:18). Él comprende perfectamente, porque Él tomo sobre Sí los “dolores, aflicciones y tentaciones de todas clases” de “toda criatura viviente, tanto hombres como mujeres y niños” (Alma 7:112 Nefi 9:21; cursiva agregada). Jesucristo conoce lo que es sentir depresión, y Él sabe cómo se siente tu depresión o la de tu amigo. Con la ayuda del Salvador. Tú podrás vencer la oscuridad de la depresión y percibir mejor todo lo bueno que te rodea.
 
 
 
Fuente: “Cómo encarar la depresión”, por Eric B Murdock, Church magazines (lds.org)

[avatar] por Abish Estrada

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