[El siguiente artículo refleja el punto de vista de su autor, mas no el de MundoSUD ni el de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días]

¿Dónde moraron Adán y Eva cuando fueron expulsados?

 

Cuando Adán y Eva fueron expulsados del jardín de Edén, anduvieron errantes en el mundo solitario y triste…
La Biblia no hace mención de que se hayan asentado en alguna región en específico.
Pero, finalmente, ¿dónde se asentaron?
En el libro apócrifo de Adán, leemos que ellos vivieron en lugares altos y en una montaña. Este mismo libro nos dice que la descendencia justa de sus hijos también se asentó en montañas y lugares altos.
¿Qué nos dice la revelación moderna?
En el Libro de Moisés, que fue revelado a José Smith, leemos que Enoc y su pueblo moraban sobre las montañas y en los lugares altos:
“El temor del Señor cayó sobre todas las naciones, por ser tan grande la gloria del Señor que cubría a su pueblo. Y el Señor bendijo la tierra, y los de su pueblo fueron bendecidos sobre las montañas y en los lugares altos, y prosperaron…” (Moisés 7:17).
Vemos que la revelación moderna reafirma lo que se lee en el texto apócrifo de Adán.
 
¿Adán y Enoc vivieron juntos?
¿Pero las familias de nuestro padre Adán y de Enoc habrán vivido juntas?
Leemos que, al menos durante su juventud, Enoc convivió con nuestro padre Adán; fue Adán quien ordenó al Sumo Sacerdocio a Enoc:
“Enoc tenía veinticinco años de edad cuando fue ordenado por mano de Adán; y tenía sesenta y cinco años, y Adán lo bendijo…” (D. y C. 107:48)
Parece ser que al menos hasta los 65 años Enoc vivía en el mismo lugar que nuestro padre Adán, lo que continúa confirmando que la revelación moderna y algunos libros apócrifos coinciden en información.
 
¿Por qué los profetas siempre buscaron lugares altos?
En muchas ocasiones leemos que los profetas recibieron revelaciones y profecía en los lugares altos debido a que la superficie de esos terrenos no estaba contaminada con la iniquidad de los hombres. De hecho, las montañas y los lugares altos siempre han sido para el Señor lugares dignos donde Él acepta manifestarse.
 
Enoc clamó a Dios y recibió instrucción
En cierta ocasión, mientras Enoc se hallaba en un lugar llamado Mahújah, clamó al Señor. El clamor es algo que va mas allá de una simple oración; quienes han efectuado ordenanzas en el Templo entenderán que clamar es orar a Dios en voz alta, pero pocas veces o nunca lo hacemos por timidez y temor. El orden correcto de la oración nos enseña a clamar al Señor.
“Y de allí en adelante Enoc empezó a profetizar, diciendo al pueblo: Mientras viajaba y me hallaba en el lugar llamado Mahújah, clamé al Señor, y vino una voz de los cielos que decía: Vuélvete y asciende al monte de Simeón…” (Moisés 7:2)
Enoc pudo haber dicho: “Señor, ya estamos aquí: dime lo que tengas que decir.”
Pero el Señor deseaba que Enoc subiese a la montaña.
“Aconteció que me volví y subí al monte; y mientras estaba en el monte, vi abrirse los cielos y fui revestido de gloria; y vi al Señor; y estaba ante mi faz, y habló conmigo, así como un hombre habla con otro, cara a cara; y me dijo: Mira, y te mostraré el mundo por el espacio de muchas generaciones”… (Moisés 7:3-4)
El Señor pudo haberle mostrado la visión a Enoc en el lugar llamado Mahújah, pero probablemente ese lugar no era digno para que Él se apareciera a Enoc; el Señor quería mostrarse cara a cara a Enoc.
 
¿Qué podemos aprender de todo esto?
1) Que el Señor es dueño de toda la tierra, pero no toda la tierra es digna de tener Su presencia debido a que el hombre la ha contaminado.
2. Que en todo el mundo muy pocos lugares eran dignos para que el Señor se mostrase a Sus siervos cara a cara, tal como lo hizo con Adán, con Moisés, con el hermano de Jared y con otros profetas. Por esta razón todos ellos buscaron las montañas y los lugares altos.
3. Hoy día siguen siendo pocos los lugares dignos. Hoy día también las montañas están contaminadas con los pies de hombres inicuos. Pero existen lugares sagrados que han sido preparados especialmente para que el Señor se aparezca cara a cara a sus siervos que son dignos: ¡esos lugares son los santos templos!
¿Ahora entiendes la importancia de construir templos a Dios?
No son para el beneficio de El, sino para que, conservándose limpios, y mientras no los profanemos, tengan la misma función de las montañas de la antigüedad.
Para que sean santuarios y lugares santos donde Dios se pueda manifestar cara a cara a los de limpio corazón…