“Los padres tienen la responsabilidad principal de la educación sexual de sus hijos.” (Manual 2 de administración de la Iglesia)
Como padres y líderes miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días debemos estar preparados en espíritu y conocimiento para poder guiar y enseñar a los más jóvenes dentro del evangelio sobre temas que les ayudarán a avanzar con seguridad en el mundo actual.
Hablar de educación sexual es una responsabilidad de los padres, sin embargo en algunas ocasiones jóvenes se acercarán a nosotros confiando en que podremos informarles y orientarles adecuadamente. “La enseñanza sincera y sencilla de este tema en el hogar contribuirá a que los jóvenes eviten graves transgresiones morales.” (Manual 2 de administración de la Iglesia)
Hablar de sexualidad abarca muchos conceptos y situaciones de la vida que deben enseñarse con ayuda del Espíritu, uno de ellos es la pornografía.
“En la actualidad, los jóvenes sufren un bombardeo de imágenes explícitas, en su mayoría carnales y lascivas, pero dada la naturaleza compleja y delicada de la temática sexual, muchos padres tienen grandes reservas o vergüenza de abordar este tema con sus hijos. En consecuencia, muchos jóvenes son instruidos por amigos con nociones equivocadas o por medios de comunicación y entretenimiento corruptos que suelen conducirles a desarrollar una perspectiva errónea de la sexualidad. A su vez, esas perspectivas pueden conducir a conductas inapropiadas.
Es preciso hablar con los jóvenes de la naturaleza sagrada de las relaciones íntimas del ser humano y ayudarles a entender y a refrenar los sentimientos relacionados con éstas.
Si sólo hablamos del uso incorrecto de la sexualidad, los jóvenes pueden crecer inseguros e inestables, y puede que estemos transmitiéndoles el siguiente mensaje confuso: “Los pensamientos y sentimientos sexuales son malos, pecaminosos e incorrectos… excepto si los orientas hacia alguien a quien amas”. Los jóvenes que sólo reciben mensajes negativos sobre la sexualidad tal vez lleguen a la siguiente conclusión: “Si los sentimientos y los impulsos sexuales son malos, y yo los tengo intensamente, entonces es que también yo soy malo”. Esa forma de pensar puede derivar en sentimientos de baja autoestima, falta de dignidad y vergüenza, haciendo que el joven se sienta alejado del Espíritu.
El hablar abiertamente al respecto puede arrojar mucha luz sobre esta confusión. Al hablar con los jóvenes de la naturaleza sagrada de nuestro cuerpo y de la procreación, seremos capaces de ayudarles a comprender y a evitar los peligros espirituales, emocionales y físicos de la pornografía.” (“Cómo conversar con los jóvenes sobre la pornografía” por Dan Gray, Liahona Julio 2007)
“Se nos ha mandado… considerar nuestro cuerpo como un don de Dios. Nosotros, los Santos de los Últimos Días, no creemos que el cuerpo sea algo que haya que condenar, algo que debamos aborrecer… Para nosotros [el cuerpo] es el símbolo de nuestra primogenitura real… Es inherente a la teología de los Santos de los Últimos Días que consideremos el cuerpo como una parte esencial del alma”. (Élder James E. Talmage, 1913) Este entendimiento permite a los jóvenes tratar con gran respeto tanto sus cuerpos como el cuerpo de los demás.
Además de haber sido bendecidos con un cuerpo físico, tenemos también el sagrado poder de la procreación. Nuestro Padre Celestial ha autorizado el acto de la expresión sexual en el matrimonio y permite a las parejas casadas experimentar placer, amor y satisfacción en esa expresión.
“Dentro de los lazos del matrimonio legal, la intimidad de las relaciones sexuales está bien y cuenta con la aprobación divina. No hay nada impuro ni degradante en la sexualidad de por sí, puesto que por ese medio el hombre y la mujer se unen en un proceso de creación y en una expresión de amor” (Presidente Spencer W. Kimball)
Nuestros impulsos sexuales, cuando se expresan de manera apropiada, deben verse como dones maravillosos y sagrados.
“Ese poder es bueno. Puede crear y sostener la vida familiar y es en ella donde encontramos las fuentes de la felicidad. Se da prácticamente a todo ser mortal que nace. Es un poder sagrado e importante; y repito, mis jóvenes amigos, que es un poder bueno… Gran parte de la felicidad que pueden recibir en su vida dependerá del uso que hagan del sagrado poder de la creación.” (Presidente Boyd K. Packer)
Para adentrarnos un poco más en el tema de la pornografía, es importante que entendamos que “la pornografía es cualquier material que muestre o describa el cuerpo humano o la conducta sexual en una forma que despierte deseos sexuales. Se distribuye por muchos medios de difusión, entre ellos, revistas, libros, televisión, películas, música e internet. Es tan dañina para el espíritu como lo son el tabaco, el alcohol y las drogas para el cuerpo.” (“Pornografía”, Leales a la fe)
La pornografía es una de las cosas que pueden corromper el sagrado poder que se nos ha otorgado para procrear. Sobre su consumo, el presidente Gordon B. Hinckley dijo: “La mente de los jóvenes se distorsiona con conceptos falsos. El ver [pornografía] de continuo lleva a una adicción de la que es casi imposible desprenderse”.
Muchas personas, excusan y hasta aprueban el consumo de pornografía como una conducta exenta de perjuicios. La justifican diciendo que es “normal” y que no encierra peligro alguno. Ese mismo raciocinio se emplea como excusa para la consiguiente práctica de la autoestimulación. Sin embargo, estudios han probado el poder destructivo que la pornografía conlleva.
A fin de ayudar a los padres a enseñar este tema importante y delicado, la Iglesia ha publicado una guía para los padres, así como muchos materiales.
Uno de ellos es el video al final de este artículo, el cual es para ayudar a los padres a enseñar a sus hijos lo qué es la pornografía, por qué es dañina, y tres pasos sencillos que los niños pueden usar cuando vean pornografía, que son:
1. Llámalo por su nombre.
2. Apágalo o apártate de ello.
3. Habla con uno de tus padres o un adulto de confianza.
La mayoría de jóvenes y adultos atrapados en la pornografía informan que la vieron por primera vez antes de los 12 años.
En calidad de padres o adultos de confianza, pueden ayudar a prepararlos para que sepan qué hacer cuando vean pornografía. Si los niños han encontrado pornografía y han vuelto a ver más, puede usar los principios del video para instar a sus hijos que busquen ayuda de inmediato.
Como padres, ustedes también pueden ayudar a sus hijos a tener la seguridad de que Dios los ama, que usted los ama y que los ayudará.
Instamos a los padres a que vean este video y lo utilicen al enseñar a sus hijos en cuanto a estos temas.
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