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Por Stephen O. Smoot
Traducción Libre: DPCS
Como todos saben el Libro de Mormón enseña “Porque nosotros trabajamos diligentemente para escribir, a fin de persuadir a nuestros hijos, así como a nuestros hermanos, a creer en Cristo y a reconciliarse con Dios; pues sabemos que es por la gracia por la que nos salvamos, después de hacer cuanto podamos” (2 Nefi 25:23). Esta enseñanza ha llevado a una serie de exploraciones en la soteriología mormona (la teología de la salvación) y ha dejado molestos a no pocos críticos evangélicos de la doctrina mormona en lo que perciben ser una “obra basada” en la teología de la salvación.
La tesis central subyace en la página 200 del libro de Schmidt, es que la “gracia” o “favor” (griego: χάρις, charis), nos lleva a la comprensión de una relación recíproca o convenio entre dos partes. Estas partes que entran en una relación de gracia [charis] son esencialmente un benefactor que otorga un regalo o donación de algún tipo y un beneficiario que retribuye el regalo con su propia contribución de servicio y dedicación al benefactor, sin importar qué tan pequeño o incompleta sea. Al examinar la evidencia del “clásico, helenístico, los primeros cristianos, y los textos antiguos tardíos”, Schmidt explica que descubrió de que charis, “cuando se utiliza en el sentido de dar un favor o en cualquier contexto de una relación entre personas o grupos de personas … siempre tiene una connotación de que la persona o grupo que da el favor, espera algo a cambio: favores, servicio, gratitud, honor, obediencia, y más “ (p. 15). Como tal, los “antiguos regalos charis eran sinónimo de reciprocidad en la forma de hacer convenios” (p. 15)… Schmidt llega a la conclusión de que Pablo y los otros autores del Nuevo Testamento no se desvían mucho del sentido griego clásico, y en su lugar echa la culpa de la desviación a los pies de Agustín y Martín Lutero, cuyas formulaciones de gran influencia sobre la gracia han perdurado en la soteriología cristiana ortodoxa durante siglos, “desvi[ando] significativamente la atención del antiguo sentido recíproco de charis” (p. 17). Por cierto, como la bibliografía y las notas de Schmidt dejan muy claro, esto ha llegado a ser ampliamente reconocido actualmente entre académicos mormones y no mormones.
Después de explicar brevemente la antropología detrás del “intercambio de regalos y la reciprocidad” (pp. 19-24), Schmidt explora el uso de charis en las diversas épocas de la cultura y la historia griega, incluyendo la Grecia arcaica y clásica (pp. 25-40), la Grecia helenística media (pp. 41-64), y la antigua tardía (pp. 127-138). Él también explora charis (o, más propiamente, gratis) en la Roma clásica (pp. 65-86) y, lo más importante, a través del Nuevo Testamento, incluyendo a Pablo (pp. 87-115), así como los Evangelios y las epístolas no paulinas (pp. 115-126). En pocas palabras, el análisis de Schmidt en estos capítulos es magistral, dibujando extensivamente a partir de su formación como un clasicista y mirando de cerca a la evidencia de inscripciones sobrevivientes. Desde las grandes obras del teatro griego a los filósofos post-socráticos … no puede haber pocas dudas sobre la validez de la tesis de Schmidt de que Charis estaba previsto a ser recíproco entre las partes dentro del pensamiento griego antiguo.
Cuando se trata de Charis en el Nuevo Testamento, Schmidt sostiene que el uso de Pablo imitaba al sistema patrón-cliente, común en todo el mundo romano del primer siglo (p. 87)… Pablo no rechazó la noción de convenios recíprocos. Estos convenios verticales unen al hombre a Dios a través de la obligación de guardar sus mandamientos “(p. 87). En resumen, “Pablo usó el termino charis de acuerdo a sus buenas costumbres sociales recíprocas mediterráneas” (p. 88). Con el fin de demostrar más claramente esto, Schmidt muestra en algunos casos su propia traducción del griego de Pablo que se desvía de la versión del Rey Santiago (Reina – Valera en español) que es totalmente justificable por motivos tanto teológicas y académicas. Así Schmidt traduce Romanos 3:24 no como “siendo justificados gratuitamente por su gracia” (RV) sino como justificado “como regalo” (griego: δωρεὰν, dorean) por su gracia (cf. traducción de la NRSV). Aunque leve, este cambio es significativo, ya que “los regalos no se les daba “gratuitamente” en el mundo mediterráneo antiguo, porque cada regalo tiene matices de reciprocidad” (Pág. 106).
Del mismo modo, Schmidt cuestiona traducción de la RV de Romanos 10: 9 (” Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo“) sobre la base de que la traducción de la Reina – Valera “no tiene los matices de pacto… que [el verso] probablemente tenía en el siglo I dC “(pp. 108-109). La palabra que se traduce en la RV como confesar “(griego: ὁμολογέω, homologeo) resulta ser mas apropiado traducirla como consentir, acordar, o incluso hacer una promesa de algo o alguien. Por lo tanto, Schmidt hace que homologeo en este verso sea asentir vocalmente, “con la connotación de aquellos que aprueban el señorío de Jesús” transformarán sus vidas y se convertirán en verdaderos discípulos “a través de entrar en una alianza o relación recíproca [charis] con el Señor” (p. 109). Los argumentos de Schmidt para traducir y reinterpretar estos pasajes bíblicos es para comunicar mejor los matices del convenio o pacto que en gran medida se perdieron de la soteriología de Pablo, las cuales son bien razonadas, esclarecedoras, y bienvenidas.
Además de explorar el Nuevo Testamento, Schmidt se adentra igualmente en los libros de Escritura SUD (el Libro de Mormón, Doctrina y Convenios y la Perla de Gran Precio) y los sermones de los líderes de los Santos de los Últimos Días para ver si el concepto encontrado de la gracia es coherente con el sentido de reciprocidad y de pacto de Charis encontrado en el mundo antiguo (pp. 149-188)… [Schmidt señala que] Conociendo el valor y la importancia de esa relación, Nefi, más adelante en el texto, explica por qué él trabaja tan duro para convencer a sus descendientes y sus hermanos, fieles o reacios, “a creer en Cristo,” el Mesías, y “a reconciliarse con Dios, “preservando o restaurando su buena posición dentro de la relación del convenio entre ellos y el Señor, “pues sabemos que es por la gracia por la que nos salvamos, después de hacer cuanto podamos” (2 Ne. 25:23).
Aquí las famosas palabras de Nefi, casi palabra por palabra, se hacen eco de las palabras de Jacob de 2 Nefi 10:24, donde Jacob amonestó a los hermanos a reconciliarse con la voluntad de Dios y recordar que “después de haberos reconciliado con Dios, que tan solo en la gracia de Dios, y por ella, sois salvos.” La frase de Nefi,” reconciliarse con Dios”, es una alusión abreviada a frases un poco más largas de Jacob,”con la voluntad de Dios” y “después de haberos reconciliado con Dios.” Cuando Nefi dice que ” sabemos que es por la gracia por la que nos salvamos” él habla no sólo para él sino también implícitamente reconoce a Jacob como el origen de esta expresión de su creencia. Por otra parte, cuando Nefi se refiere a “después de hacer cuanto podamos”, él esperaría a sus lectores a recordar lo que Jacob había dicho con anterioridad, cuando Jacob explicó que la salvación puede operar a través de la gracia de Dios sólo después de que uno está reconciliado con Dios. “Después de hacer cuanto podamos” es entonces una referencia elíptica a Jacob “después de haberos reconciliado con Dios”, manteniendo así la relación de alianza a través de la divina expiación y la reconciliación humana de cualquier infracción, permitiendo de esta manera la gracia, la justicia, la sabiduría, el poder, la misericordia , y la grandeza de Dios para operar de modo que “sois salvos” (2 Ne 10:24;. 25:23)…
En resumen, la obra de Schmidt sobre la gracia es excelente. Él construye un caso convincente para su tesis basado en una cuidadosa atención a la lectura atenta y a las evidencias extra-bíblicas y de las escrituras.Demuestra, básicamente, que la formulación de José Smith en 1842 acierta con el antiguo concepto de charis… : “Creemos que por la Expiación de Cristo, todo el género humano puede salvarse, mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio” (Artículo de Fe 3). O, como explica el propio Schmidt:
Las relaciones antiguas de charis [gracia] estaban basadas en la generosidad, la necesidad, la amistad, el honor y el intercambio de dinero y poder, pero las relaciones charis analizadas en las escrituras son espirituales y divinas en su naturaleza… Una relación divina charis se crea cuando la gente hace y guarda convenios según las ceremonias y ordenanzas que Dios ha enseñado a través de sus profetas. A medida que la gente se esfuerza en guardar estos convenios, ellos se convierten y su relación con Dios se fortalece. Al perseverar hasta el fin, las personas se acercan mas a Dios.(p. 197)
Los Santos de los Últimos Días se beneficiaría enormemente de la obra de Schmidt. Yo mismo tengo, después de leer Schmidt, un nuevo interés en la gracia y la soteriología, y estoy ansioso por explorar los títulos incluidos en su bibliografía. Mi lectura del Nuevo Testamento y el Libro de Mormón, particularmente ha cambiado de forma indeleble con este nuevo paradigma de la gracia como una relación recíproca y de convenio con Dios.
Notas:
[1] Stephen Robinson, Believing Christ: The Parable of the Bicycle and Other Good News (Salt Lake City: Deseret Book, 1992); Following Christ: The Parable of the Divers and More Good News (Salt Lake City: Deseret Book, 1995); Brad Wilcox, “Su Gracia es Suficiente,”.
[2] Dieter F. Uchtdorf, “El Don de la Gracia,” Ensign, May 2015, 107–110.
[3] John Gee, “The Grace of Christ,” FARMS Review 22/1 (2010): 247–59.