Nunca vas a saber cuándo vas a necesitar una fortaleza espiritual más grande, por tanto asegúrate de tener plenamente recargadas tus baterías espirituales.
Durante el fin de semana de la conferencia general de abril de 2011, el sábado a la noche, tuvimos una gran tormenta de nieve en el área de Salt Lake City. Cuando mi esposa y yo nos levantamos el domingo por la mañana, teníamos de 25 a 30 centímetros de nieve en nuestro jardín y no teníamos electricidad. Decidí entonces poner en funcionamiento el generador que teníamos para casos de emergencias.
Pero cuando traté de encenderlo, la batería estaba descargada. Más tarde me di cuenta de que se había producido un cortocircuito que había agotado la batería; aun cuando el generador tenía un cargador que ayudaba a mantener la batería completamente cargada, alguien había desenchufado el cable, por lo que terminamos preparándonos para la conferencia sin electricidad.

Al pensar en esa experiencia, pienso que el generador y la batería son como nuestra espiritualidad. Nuestras baterías espirituales se deben cargar siempre.

Carga tu batería espiritual

Si la batería se deja sin mantenimiento, su corriente eléctrica se irá perdiendo y al cabo del tiempo perderá su carga. Debemos seguir cargándola para que su nivel sea más alto que su pérdida de energía. Si nos encontramos en un entorno que no podemos controlar plenamente, en que nuestra batería espiritual se va agotando, entonces es importante que hagamos algo para recargar nuestras baterías espirituales; de otro modo, llegará el momento en que necesitemos realmente el poder de la fe, el sacerdocio o la revelación y no los tendremos. Podemos cargar continuamente nuestras baterías por medio de nuestras oraciones, nuestro estudio personal, conversaciones sobre el Evangelio, al asistir a seminario y en nuestras clases los domingos.

Comienza a cargarlas durante tu juventud

En los últimos años, trabajé como ingeniero instalando sistemas robóticos para muchas empresas. Hubo un proyecto en el que trabajé por largo tiempo. Algunas personas con las que trabajé no siempre utilizaban un lenguaje limpio, pero eran mis clientes y tenía que trabajar con ellos. Traté susceptiblemente de mejorar su lenguaje.
Años después volví a la empresa y mientras el gerente hacía conmigo un recorrido, alguien se acercó a él y soltó una larga frase de malas palabras acerca de un problema que estaban teniendo. El gerente no respondió a la pregunta que le hicieron sino que me presentó y dijo: “Esta persona es totalmente contraria a esa clase de lenguaje, por lo tanto, mientras él esté aquí no lo usaremos”. No tenía idea de la influencia que había tenido con ellos años atrás. No tuve que defender mis normas, el gerente lo hizo por mí.

Al tratar de mantener cargadas nuestras baterías espirituales y al ser un buen ejemplo, tendremos mucha más influencia de la que pensamos. Todo comienza al mantener cargadas todo el tiempo las baterías: al leer las Escrituras, al decir nuestras oraciones, al rodearnos de buena gente y al vivir el Evangelio.

[avatar] por Abish Estrada

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