El objetivo de la profecía de Nahum era anunciar el juicio sobre Nínive, capital del imperio asirio. Es al profeta Jonás a quién asociamos más fácilmente a la predicación en Nínive, pero él había profetizado acerca de esta ciudad más de 100 años antes que Nahum. En el libro de Jonás hubo un “final feliz”, la gracia de Jehová triunfa, Nínive se arrepiente y es preservada de la destrucción; mientras que en el libro de Nahum solo se anuncia la justa ira de Dios y la inevitable destrucción de esta ciudad impía, pues sus habitantes habían vuelto a la maldad.

La historia de Nínive a la luz de dos libros proféticos, Jonás y Nahum, nos muestra como el Señor perdonará a sus hijos cuando se arrepienten, y que enfrentarán los juicios cuando no lo hacen.

La destrucción de asiria se puede comparar a la destrucción de los inicuos en los últimos días.

1.-NAHUM EL PERSONAJE

Su nombre proviene del hebreo נָחוּם (Najjum), que significa “compasivo” o “lleno de consolación”.

En el primer versículo del capítulo 1 de su libro, se habla de Nahum de Elcos, lo que probablemente indique que era nativo de ese lugar. No se ha logrado identificar la población así llamada ni existe acuerdo respecto a su emplazamiento existiendo 3 opiniones de su posible ubicación:

  • Una tradición tardía identifica Elcos con Alkush en Asiria, a unos 80 km al norte de Mosul, donde los nestorianos veneran su sepulcro, y afirma que Nahum nació allí de padres exiliados.
  • Otra tradición, apoyada por Hitzig y Knobel, sugiere que el lugar de origen de Nahum es el pueblo de Elcesi en Galilea, y que este podría corresponder a la población llamada Capernaum del nuevo testamento que significa “aldea o villa de Nahum”, la cual de ser así, localizaría su nacimiento en la región tribal de Neftalí. Sin embargo esta posibilidad iría en contra del comentario de los fariseos de que “de Galilea nunca se ha levantado profeta” (Juan 7:52).
  • El autor de  “Vidas de los Profetas”, por mucho tiempo atribuida a San Epifanio, nos dice que Elcos estaba en la vecindad de Beth-Gabre, en la tribu de Simeón y cerca de la frontera de la tierra asignada a la tribu de Judá (P.G., XLIII, 409), en el suroeste de Canaán. Esta opinión ha encontrado cada vez más aceptación entre los eruditos modernos.

En relación a lo anterior, Nahum pudo haber pertenecido a la tribu de Neftalí, Simeón o de padres judíos exiliados.
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Nahum vivió en el siglo VII a. C, según la tradición judía, profetizó  bajo algunos años del reinado de Manasés (686-642 A.C.) los dos años del rey Amón y algunos años del reinado de Josías (639.608 A.C.) y profetizó contra Nínive, capital del reino de los asirios. Fuera de este oráculo no poseemos nada de su actividad profética.

Nahum pertenece a los profetas del segundo período (ver cuadro etc.), aquellos más cercanos a la destrucción de Jerusalén que vivió en el siglo VII a.C. Ya que el profeta hace alusión a la destrucción de la ciudad egipcia de Tebas (Nahum 3:8-10) como un hecho consumado, y al mismo tiempo predice la futura destrucción de Nínive, sabemos que este profeta ministró entre la fecha de la destrucción de Tebas (663 a.C.) y la destrucción de Nínive (612 a.C.).

En relación con otros profetas podemos decir que su ministerio se encuentra entre los de Isaías y coinciden con el comienzo del ministerio del profeta Jeremías con los cuales encontramos  similitudes en sus enseñanzas (Nahum 1:4 = Isaías 33:9; Nahum 1:15 = Isaías 52:7; Nahum 3:5 = Isaías 47:3.9) (Jeremías 30:8 = Nahum 1:13).

Otros personajes con el Nombre Nahum:

  • El evangelio de Lucas menciona en su genealogía de Jesús (capítulo 3:25) a un Nahúm, hijo de Eslí y padre de Amós (3,25).
  • El Mishna también se refiere ocasionalmente a Nahúm el Medo, un famoso rabí del siglo II (Shabb., II, 1, etc.)
  • y otro Nahúm que era un escriba o copista (Peah, II, 6)
  • inscripciones asimismo muestran que el nombre era común entre los fenicios (Gesenio, “Monum. “,133; Boeckh, “Corp. Inscript. Graec.”, II, 25, 26; “Corp. Inscript. Semitic.”,I,123 a3 b3).

2.-EL MUNDO DEL PROFETA NAHUM

La profecía de Nahúm es ligada a un acontecimiento histórico muy relevante: la caída del poder de Nínive en el 612 a.C.

Muchos consideran el Libro de Nahum como un epitafio para Nínive, capital del imperio Asirio, el cuál había sido la potencia dominante por muchos años, de tal manera que el  mundo del profeta Nahum se encuentra inmerso en los días del poderoso imperio asirio, el cual no obstante, iniciaba su debacle y por otro lado, los reinados de Manasés, Amón y Josías en el reino de Judá del cual era ciudadano.

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Desde su aparición en el panorama general de la historia, los asirios se habían manifestado como un pueblo belicoso y como los más feroces dominadores de las naciones conquistadas, a las cuales sometieron a toda suerte de violencias y deportaciones (cf. 2 R 17.3–6). Por eso, los pueblos del Medio Oriente, entre ellos el reino de Judá, que durante un largo siglo habían sufrido el yugo de la opresión asiria (cf. 2 R 18.13–37), celebraron con inmensa alegría la destrucción de Nínive.

No hubo en la antigüedad imperio más temido y más odiado que el asirio. Sus métodos militares y sus represalias eran brutales. Los pueblos que osaban resistirlo en su afán saqueador y brutal, recibían duros castigos.
Hubo reyes asirios que al no poder conquistar una ciudad, la quemaron por entero y la arrasaron con hombres, mujeres y niños.
Acostumbraban capturar vivos a los reyes vencidos, y matar delante de ellos a sus hijos, y luego cegarlos con un hierro al rojo vivo, para que lo último que vieran fuera la muerte de sus hijos. Les cortaban los pulgares a los prisioneros capturados en batalla, y amontonaban las cabezas de sus enemigos a la puerta de las ciudades conquistadas. En ocasiones empalaban a sus cautivos y los soldados asirios recibían recompensas por las cabezas de los vencidos que podían llevar.
La brutalidad de este imperio no tenía límites. Bien la describe el profeta “Ciudad Sanguinaria” (Nahum 3:1)

No es de extrañar la descripción de la ira de Dios contra este pueblo soberbio, altanero y destructor.
A la muerte del rey Asurbanipal en el 627 a.C. una serie de hechos se combinaron de manera asombrosa para explicar la meteórica caída del imperio asirio: en primer lugar se desató una guerra civil entre los asirios (Shamash-Shum-Ukin, hermano de Asurbanipal a quién éste nombro rey de Babilonia bajo el mandato de Asiria, se rebeló contra su hermano en el 651 a.C.),  y al mismo tiempo los medos intentan un primer golpe a Nínive en el 623;  por otro lado los escitas en la frontera nororiental del imperio, coadyuvaron en el desmembramiento de los dominios asirios y los reyes de Media y de Caldea, aprovechando la situación,  se aliaron contra los asirios; en el 614 a.C. toman la ciudad de Asur, y en el 612 a.C. medos y babilonios( bajo el reinado de Ciaxares y Nabopolasar respectivamente) cercan y conquistan Nínive, gobernada en ese momento por el rey Sardanápolo. La batalla fue sangrienta y el ejército asirio, el más temible de la antigüedad, fue terriblemente diezmado y humillado. Nínive no fue conquistada y preservada, sino que fue arrasada hasta los cimientos, y tan destruida estaba que a los arqueólogos del siglo XX les costó localizarla.

En Judá, el rey Manasés, hijo del piadoso rey Ezequías que había logrado evitar la conquista de Jerusalén a manos del rey asirio Senaquerib, no tenía ni la valentía ni el amor a Dios de su padre, volvió a edificar los lugares altos de adoración pagana que su padre había derribado e hizo más mal que los pueblos que Jehová destruyó delante de los hijos de Israel. Su sucesor Amón anduvo en todos los caminos de iniquidad de su padre. Sólo 2 años reinó Amón y fue asesinado; su sucesor Josías reinó 31 años y llevó a cabo una reforma religiosa que temporalmente hizo volver al pueblo al Señor.

No sabemos respecto al fin del ministerio del profeta, pero seguramente se regocijó con las obras justas de éste rey de Judá.

3.-EL LIBRO

El objetivo de la profecía de Nahum era anunciar el juicio sobre Nínive. Nahúm no escribió este libro como una advertencia o “llamado al arrepentimiento” para la gente de Nínive. Dios ya  había enviado al profeta Jonás 150 años antes, con Su promesa de lo que sucedería si ellos continuaban en sus malos caminos. La gente de ese tiempo se había arrepentido, pero ahora vivían de la misma forma o aún más impía de lo que lo hicieron anteriormente. Los asirios se habían hecho terriblemente brutales en sus conquistas (colgando los cuerpos de las víctimas en astas y poniendo su piel en las paredes de sus tiendas entre otras atrocidades). Ahora Nahúm estaba diciéndole a la gente de Judá que no desesperara porque Dios había pronunciado juicio y los asirios recibirían justo lo que merecían.

Que el libro de Nahum esté exactamente comprendido entre el 663-612 a. C. es algo que aún se debate. Sin embargo, varios factores pueden contribuir a aclarar los hechos. En primer lugar, Nahum anunció que nunca más sería subyugado por Asiria (1:12) ni invadiría a Judá (1:15). Así que probablemente pronunció sus oráculos después de 640 a. C., la fecha de la última campaña asiria conocida en la zona occidental; cuando el asirio Asurbanipal temporalmente reafirmó la soberanía sobre Judá.

Respecto al formato del libro, podemos decir que Nahum era un poeta, el capítulo 1 escrito como un salmo, también tiene la particularidad de que la letra inicial de cada verso sigue el orden del alfabeto hebreo hasta el versículo 8. A lo largo del libro, puede apreciarse un lenguaje poderoso y rico en imágenes, por lo que Nahum es llamado «autor clásico de la poesía hebrea» (comparar con «Poesía hebrea», Libro de los Salmos, 3. peculiaridades).
El lenguaje es directo y apasionado; el capítulo 1 nos ayuda a comprender algunos de los atributos del Señor cantando aquí la gloria de Jehová, el «Dios celoso y vengador», cuyo poder supera a cualquier poder humano y aun a las más violentas manifestaciones de la naturaleza y al mismo tiempo mostrándose “tardo para la ira (versículo 2) y de “fortaleza…a los que en él confían” (vers. 7).

Los capítulos 2 y 3 profetizan la destrucción de Nínive donde el  profeta describe con acentos patéticos el asalto a la ciudad odiada, la cual ha de arrastrar en su derrota el hundimiento definitivo del imperio asirio. Ahora el ritmo poético del lenguaje de Nahúm, el dramatismo de sus metáforas y la sonoridad de sus palabras evocan el rodar de los carros de guerra, el galopar de los caballos y el furioso fragor de la batalla.

La descripción del juicio de Dios descrita en el libro de Nahum, podría ocasionar cierta incomodidad en algunos lectores. Sin embargo tras estas acciones existe un profundo amor y preocupación del Señor por el sufrimiento de los muchos pueblos a quienes asiria había conquistado, esclavizado y aterrorizado; “fuiste vil” (1:14)  es una de las frases que describen a los moradores de Nínive, quienes también “llenaban de presas y de carne desgarrada sus guaridas” (2:12), y cuya rapiña y terror había sido tan ampliamente extendida: “¿sobre quién no pasó continuamente tu maldad?” (3:19).

Los juicios del Señor guardan relación  con la compasión y el cuidado que tiene por sus víctimas, y con la justicia que merecía un pueblo que ya había sido advertido por el Señor del error de sus caminos y que se volvió a su maldad, como lo atestigua la predicación previa que recibió de Jonás.

FUENTE: www.chasque.net/umbrales
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO V.

[avatar] por Javier Fuentes Mora

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